viernes, 13 de febrero de 2009

Corrupción política y opinión periodística. Y Marcel Proust.


Cuanto menos es sospechosa la manera en que algunos medios de comunicación derraman opiniones en contra del juez que está investigando graves casos de corrupción política. No es sólo que se opine con más o menos fervor en las páginas dedicadas a ese tipo de artículos, de opinión, sino que las opiniones descalificadoras salen en primera página, en programas de televisión de muchos minutos de duración en horarios de máxima audiencia y, en definitiva, empleándose todo el armamento pesado disponible en los arsenales de condicionamiento de la opinión pública.

Luchar contra la corrupción, que todos sabemos que haberla ahíla y en abundancia y que es uno de los peores cánceres de nuestra sociedad, es algo que debe ser apoyado y defendido, antes que nada. Que se guarden los periodistas de airear vehementemente trapos malolientes cuando no viene al caso eso sino el desentramar lo que es tan difícil desentramar.

En C’s defendemos la lucha contra la corrupción política sin ambigüedades. Una de las últimas iniciativas ha sido el apoyo a la asociación Access Info Europe en su labor de promover la transparencia y el derecho de acceso a la información pública en Europa. Esta asociación ha demostrado mediante diversos estudios exhaustivos y con algunos casos especialmente chocantes, que en nuestro país al ciudadano se le niega en numerosas ocasiones el acceso libre a la información que las administraciones locales, autonómicas o estatales deben proveer. Es decir, se oculta efectivamente información, que es el primer paso para que la corrupción política campe a sus anchas sin demasiadas preocupaciones.

Y aquí acaba mi comentario político pero siendo este un blog personal voy ahora a cambiar bruscamente de tercio y dar un poco de color a mi bitácora con algo de ARTE, con mayúsculas. Resulta que recientemente he descubierto a Proust:

“Si cuando yo estaba leyendo un libro mis padres me hubieran dejado ir a visitar la región que describía, me habría parecido que daba un gran paso hacia la conquista de la verdad. Porque si bien tenemos siempre la sensación de que nuestra alma nos está cercando, no es que nos cerque como los muros de una cárcel inmóvil, sino que más bien nos sentimos como arrastrados con ella en un perpetuo impulso para sobrepasarla, para llegar al exterior, medio descorazonados, y oyendo siempre en torno nuestro esa idéntica sonoridad, que no es un eco de fuera, sino el resonar de una íntima vibración. Queremos buscar en las cosas, que por eso nos son preciosas, el reflejo que sobre ellas lanza nuestra alma, y es grande nuestra decepción al ver que en la Naturaleza no tienen aquel encanto que en nuestro pensamiento les prestaba la proximidad de ciertas ideas; y muchas veces convertimos todas las fuerzas del alma en destreza y en esplendor, destinados a accionar sobre unos seres que sentimos perfectamente que están fuera de nosotros y que no alcanzaremos nunca. Y por eso, si bien me imaginaba siempre alrededor de la mujer amada los lugares que por entonces deseaba con mayor ardor, y si bien hubiera querido que ella fuera la que me acompañara a visitarlos y la que me abriese las puertas de un mundo desconocido, no se debía aquello al azar de una sencilla asociación de ideas, no; es que mis sueños de viaje y de amor no eran más que momentos – que hoy separo artificialmente, como quien hace cortes a distintas alturas en un surtidor irisado y en apariencia inmóvil – de un mismo e infatigable manar de las fuerzas todas de mi vida.”

Marcel Proust, ‘Por el camino de Swann’

No hay comentarios: