jueves, 25 de diciembre de 2008

¿Cuánto vale un euro? ¿Y tu libertad cuántos euros vale?


Hace años se equiparaba el valor de las divisas con una cierta cantidad de oro, ahora ni eso. Incluso antes la pregunta del millón era ¿Y cuánto vale el oro? Ahí está el problema, el oro vale... ¡Lo que queramos que valga! En realidad no tiene un valor “intrínseco” como defendían algunos economistas. Vale, en todo caso y por ejemplo “prestigio” dentro de una sociedad, y como no, el prestigio se administra desde el poder. Por eso cuantificarlo en monedas fue y es muy útil pero no olvidemos que esa cuantificación no es sagrada e intocable, si conviene se puede cambiar. Ya se hizo , de hecho, cuando se abandonó el “patrón oro” por el dólar y una vez más cuando se dejó que las divisas fluctuasen entre sí según el mercado. Ahora el mercado tiene problemas y los gobiernos se están cepillando uno tras otro los axiomas “sagrados” anteriores como la no-intervención liberal pura y dura.

Esta no es una crisis cualquiera, es una crisis del sistema en sí y el sistema está mutando. En Argentina, por ejemplo, ya hubo una crisis: intervención del estado, corralito, inversión extranjera en empresas que ahora se intervienen por ese mismo estado que antes pidió ayuda, etc, Pero como digo, esto es algo más grande porque ahora no es sólo un país, es todo.

Y ante eso qué postura tomar, pues sobre todo no dejar que nos engañen y estar atentos, las argucias suelen adornarse con afirmaciones de que algo que pasa es “necesario” que pase, se establecen todo tipo de teorías “científicas” que “justifican” por ejemplo, que se pase de la jornada máxima de 48 horas a la de 65 ¡¡Toooooma ya!! Y todo por eso de la Globalización, que si el Mercado, que si tal y que si cual. Pues menos mal que el Parlamento Europeo les ha parado los pies, que si no lo que siglos de lucha ciudadana habían conseguido ha estado a punto de perderse en un pis pas.

Para terminar aquí un vínculo a un comentario mío sobre un escrito de econofísica.

martes, 9 de diciembre de 2008

Sr. Moratinos ¡Valor y al Oso!



El señor Moratinos lidia estos días en la Plaza Roja al Oso Ruso, de la ganadería de Medvéded-Putin, criado en las gélidas estepas siberianas no es moco de pavo, no señor. Yo ante tamaña faena aplaudo al que salta al ruedo y le animo a que defienda con honor y perspectiva los intereses de los que esperamos, aquí en el terruño, el resultado de la contienda.

Rusia ofrecerá algo a cambio, seguro que algo apetitoso pero Repsol no debería venderse. Otra cosa es que tras el regateo se cierre con un escupitajo en las palmas y un apretón de manos un trato que aunque no satisfaga completamente a los eslavos beneficie a ambas naciones. Con esas se verá el Ministro de Exteriores y Cooperación.

Sépase que el Oso no es un ogro inanimado y España y Europa deben acercarse a Rusia con decisión para tratar de romper los recelos de siempre. El pueblo ruso es un pueblo muy fuerte y el gobierno ruso es un gobierno muy duro, frutos ambos de una historia cruda. Por otro lado y por estos lares todavía son mayoría los que de ver pelis de marines creen que a los nazis los derrotaron por Normandía, pues señores y señoras ¡Notición de última hora! Se les derrotó en el frente ruso, por soviéticos que murieron a millones, veintisiete según la Wikipedia (han leído bien, 27 millones de muertos soviéticos) y no por James Bond. En el recelo hay mucho de falta de entendimiento y los pasos adelante son los que se dan de frente y no de culo.

Venga tovaritch, te cambio un vodka por un oruxo pero no quieras llevarte el alambique ¿Amigos?

viernes, 5 de diciembre de 2008

Dulces e hipnóticos bucles mentales




A nuestro cerebro le gustan los bucles, si uno analiza su propia mente (objeto de observación especialmente interesante) puede encontrar infinidad de hilos de pensamiento que se repiten una y otra vez sin llegar a ningún sitio en concreto mas que al mismo punto de inicio, de manera prácticamente inconsciente, con fluidez, natural y plácidamente, retornan y vuelven a empezar. Aquel que los contemple verá que el mismo acto de observarlos supone ya un esfuerzo, incómodo pero asumible. Lo más jodido es intentar romper el bucle por no estar conformes con él, por haberle juzgado objetivamente y con justicia y después declararlo culpable de inducir a la falsedad, al equívoco o algún otro delito reprobable. Pero solemos ser magnánimos con nosotros mismos ¿Es que acaso no soy yo ese conjunto de bucles que me conforman como Uno?

Un ejemplo: La causa de mi infelicidad es que estoy oprimido por el gobierno fascista que coarta mis libertades y ha oprimido a mi gente de raza y corazón puro por generaciones, los buenos. No voy a colaborar sino que voy a destruir. Mi fuerza es mi odio. Mis amigos odian como yo. Mi gente destruye como yo. Mato o mis amigos matan por mí y por ellos. A aquel que me oprime o que colabora con los opresores. Porque estoy oprimido. Y vuelvo a empezar. Odio ¿Qué me importa lo que le haya pasado a ese que han matado? Era un opresor, era de los malos. Mi bucle soy yo. Odio.

Para salir de bucles como ese hace falta mucho más que un comentario como el que hago hoy pero quizá miles de ellos, millones de pequeños comentarios en blogs, bares, universidades, hagan más que el silencio, silencio que otorga ¿Por qué me voy a complicar la vida? yo no soy de esos ni de los otros, ni de los buenos ni de los malos, tengo mi vida, mis propias preocupaciones, no tengo por qué hacer ningún comentario. Miedo. Silencio. Y vuelvo a empezar.