viernes, 5 de diciembre de 2008

Dulces e hipnóticos bucles mentales




A nuestro cerebro le gustan los bucles, si uno analiza su propia mente (objeto de observación especialmente interesante) puede encontrar infinidad de hilos de pensamiento que se repiten una y otra vez sin llegar a ningún sitio en concreto mas que al mismo punto de inicio, de manera prácticamente inconsciente, con fluidez, natural y plácidamente, retornan y vuelven a empezar. Aquel que los contemple verá que el mismo acto de observarlos supone ya un esfuerzo, incómodo pero asumible. Lo más jodido es intentar romper el bucle por no estar conformes con él, por haberle juzgado objetivamente y con justicia y después declararlo culpable de inducir a la falsedad, al equívoco o algún otro delito reprobable. Pero solemos ser magnánimos con nosotros mismos ¿Es que acaso no soy yo ese conjunto de bucles que me conforman como Uno?

Un ejemplo: La causa de mi infelicidad es que estoy oprimido por el gobierno fascista que coarta mis libertades y ha oprimido a mi gente de raza y corazón puro por generaciones, los buenos. No voy a colaborar sino que voy a destruir. Mi fuerza es mi odio. Mis amigos odian como yo. Mi gente destruye como yo. Mato o mis amigos matan por mí y por ellos. A aquel que me oprime o que colabora con los opresores. Porque estoy oprimido. Y vuelvo a empezar. Odio ¿Qué me importa lo que le haya pasado a ese que han matado? Era un opresor, era de los malos. Mi bucle soy yo. Odio.

Para salir de bucles como ese hace falta mucho más que un comentario como el que hago hoy pero quizá miles de ellos, millones de pequeños comentarios en blogs, bares, universidades, hagan más que el silencio, silencio que otorga ¿Por qué me voy a complicar la vida? yo no soy de esos ni de los otros, ni de los buenos ni de los malos, tengo mi vida, mis propias preocupaciones, no tengo por qué hacer ningún comentario. Miedo. Silencio. Y vuelvo a empezar.

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